Las imágenes de este proyecto documentan clases y objetos de defensa personal para mujeres. Organizo estas clases en el barrio donde crecí, ya que en él la mayoría de las mujeres, en situaciones de precariedad, son especialmente vulnerables a diferentes tipos de violencia y agresiones de género.
Todos los días siguen desapareciendo mujeres, algunos de sus cuerpos aparecen días o meses después. Otros nunca aparecen, siguen sus rostros en carteles y seguimos repitiendo sus nombres, en las manifestaciones, en las calles, en los monumentos.
El miedo habita nuestro cuerpo, lo cambia, nos cambia. La industria aprovecha el miedo y nos vende armas de color rosa para defendernos, para sentirnos más seguras.
Estas clases son una forma de resistencia al constante miedo a la desaparición.